Me causa ternura cada vez que un niño pone medida a lo convencionalmente inmensurable: "te quiero hasta mil", me solía decir un sobrino cuando aún no tenía cinco años. En su ingenuidad, suelen los pequeños buscar el orden, el grado de las cosas y les cuesta encajar las excepciones, como cuando tratan de conjugar los verbos y dicen "se ha rompido" en lugar de "se ha roto". Es razonable querer hasta mil, un número extraordinariamente alto para un niño que solamente sabe contar hasta diez.
Cuando crecemos, seguimos aferrados a las escalas, a los niveles o diferentes alturas que pueden alcanzar los conceptos: "he contado mi verdad" suelen decir, entre aplausos inducidos por el regidor del programa, las ídolas de las marujas en los espacios del corazón. Se confunde el concepto de verdad con el de versión, con lo cual la palabra verdad, en este ejemplo, queda vacía de significado y relativizada.
El problema es que es tan cómodo (lava conciencias) el tener un "termómetro cerebral" donde medir conceptos abstractos como el cariño, el apoyo, la escucha... que se llega a decir, con total tranquilidad, aberraciones como: "yo le doy a mi esposa el cariño suficiente". ¿Dónde has comprado, so capullo/a, el "cariñómetro"? ¿En el teletienda? ¿Dónde has calibrado el amorómetro o el escuchómetro para saber que has llegado a la raya del "suficiente"? ¿Cual es el siguiente nivel en la escala? ¿cuarto y mitad de "me he pasado un pelín"?
Existen conceptos que no admiten grados. La muerte, por ejemplo. O se está muerto o se está vivo. Todos sabemos que decir "estoy medio muerto" no es más que una forma de hablar. En este caso está claro ¿no?. Pero hay otros términos que tampoco se pueden medir con ninguna regla, escuadra o cartabón y que la laxitud con la que pasamos por la vida, donde la firmeza de principios nos la pasamos por la bolsa escrotal, nos permite pisotear no sólo el significado gramatical o semántico de las palabras sino a las personas a las que van referidas: La libertad, el respeto, la perfección, la atención, el amor, la humanidad.
En estos tiempos que corren, expresar la naturaleza dicotómica de conceptos que no admiten grados (o se es libre o no se es) conlleva el riesgo de ser tachado de radical, de inflexible, de maniqueo. Creer que nunca se da el cariño suficiente ya no está de moda.
2 comentarios:
Creo que se utilizan estos terminos ("sufiente", "hasta donde puedo...") por el miedo a perder lo que hoy nos ayuda a vivir felices y en parte, por mantener oculto el corazón y los sentimientos. Por miedo al esfuerzo, al rechazo, por miedo a equivocarnos o por miedo a sufrir...
Efectivamente, nunca se da el cariño "suficiente" ,aunque si hay una frase que identifica lo que habría que hacer:
Dar mucho , pedir poco.
Si en tu interior crees que estas cumpliendo esa maxima, tienes mucho ganado..., eso no te lo puede medir nadie desde fuera; es algo que es tuyo y de nadie mas.
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