martes

MAQUIS

Reproduzco aquí el artículo que, escrito por encargo, me ha sido publicado en la revista que se edita en mi pueblo, para su pública difusión:

Revisando las viejas cintas de casete, guardadas en una caja de zapatos en espera de que una limpieza exhaustiva las jubile definitivamente, encontré una cinta en la cual había grabado a mi padre contando las típicas batallitas que todo buen padre ha de contar a sus hijos. Sin ánimo de recordar las batallas, sino por el único placer de volver a escuchar su voz; volví a reproducir la cinta.

He de decir que recordaba vagamente lo que allí se contaba; pero la historia, como tantas, era realmente fascinante: una historia de bandoleros en pleno siglo XX. El relato forma parte de una época de la cual se habla poco, siempre bajito; las madres y abuelas recuerdan pero no hablan y los padres y abuelos prefieren olvidar. Evidentemente estoy hablando de la guerra y la posguerra.

Mi padre cuenta en primera persona el encuentro de un niño de apenas diez años con el forajido que amedrentaba a ricos y poderosos de la época y el lugar. Indagué en Internet, en libros y pregunté a aquellos familiares más ancianos hasta hacerme una composición de lo que supusieron los guerrilleros antifranquistas en la historia de este país. Intentaré en estas líneas esbozar una semblanza:

Realmente se conoce poco aún de la historia de los maquis. Mitificados por una parte y degradados a la categoría de bandoleros (cuando no terroristas) por la otra, sus verdaderas motivaciones siempre fueron manipuladas. De hecho, lo de “maquis” fue un nombre que vino después. Entonces se les llamaba “los echados al monte”. Aquí tenemos una de las claves: fueron echados, es decir, no se iban por su propia voluntad como guerrilleros. Una buena parte de los maquis que recorrían nuestra sierra eran prófugos, presos que se habían escapado de la cárcel de Azuaga adonde habían llegado por distintos motivos: junto a presos políticos, soldados republicanos y guardias de asalto en espera de destino de destierro, se mezclaban verdaderos rufianes y bandidos que aguardaban la pena capital. Por otra parte había un grupo de represaliados del pueblo a los que les negaban el trabajo y también el permiso para marcharse a otro lugar a buscarlo.
Para unos y para otros, la única escapatoria era la de vivir de lo que robaban, para ellos y para sus familias, en espera de que las cosas cambiasen. Y hoy sabemos que tardarían en cambiar muchos años.

La partida que conoció mi padre se formó en la primavera del 41 y siempre tuvo sus bases principales en el extremo occidental de Sierra Morena y sus refugios o puntos de apoyo en la Sierra del Recuero. Algunos apodos como “el Tripas”, “el Chato”, “Azulito”, “Baldomero”, “Pinche”, “Cantares”, “Calderón”, “Alemán”, “Cristo” o “Turronero” se dejaron ver por la zona del pueblo, moviéndose y ocultándose en lo que abarcan los términos de Alanis, Cazalla de la Sierra, Guadalcanal y Constantina. Se relatan “encuentros” en Nava Baja, del término de Alanís; en las proximidades de Piconcillo de Fuente Ovejuna (Córdoba), y multitud de atracos en cortijos del término del Pedroso, como Candelero, Riscos Blancos, La Lobera, La Navarra… En uno de los cortijos, no diré el nombre, fue donde mi padre los vió y pudo hablar con ellos, siendo niño.

Esta partida, encabezada por “El Chato de Malcocinado” actuó por la zona de Llerena (Fuentes del Arco, Pallares, Bienvenida, Usagre, Llera, Valencia de Las Torres), con puntos de apoyo en Sierra Prieta. Tuvo una zona de actuación muy dilatada, que se extendió hasta Cumbres Mayores (huelva), El Pedroso (Sevilla), Hornachuelos y Fuenteovejuna (Córdoba) y Azuaga (Badajoz).

No podemos decir que fueran santos. Si había que matar, se mataba. Venganzas por lo pasado las hubo. Y si para poder escapar había que llevarse por delante al que se interpusiera en el camino, se hacía. La partida que merodeó por aquí, se dice que asesinaron a un alguacil en Azuaga, a varios vecinos e incluso a propietarios de cortijos de la zona de Bienvenida. Culpables eran de los secuestros o ejecuciones de gente destacada del bando franquista (también a informadores o delatores) que se les imputaban. Otra cosa es lo que la propaganda franquista hacía llegar a la opinión pública, como asaltos y violaciones indiscriminadas.

Si bien con el apoyo del ejército, fue la Guardia Civil la encargada de perseguir y luchar contra estos guerrilleros. Los encuentros entre ambos (Guardia Civil y maquis) eran minimizados por la prensa franquista denominándolos “refriegas”, si bien eran verdaderos enfrentamientos a tiros y cuerpo a cuerpo entre una partida y miembros de la benemérita. Si consideramos que la partida que merodeaba por aquí tenía más de quince componentes, podemos imaginarnos que esos encuentros no eran precisamente un juego de niños. Así ocurrió en el arroyo de la Encarnación, cerca de nuestro pueblo el 3 de agosto de 1944, por ejemplo. En un encuentro (“intensa refriega”) en el término de El Pedroso 14 días después, seis miembros de la partida fueron muertos, incautándoles dos escopetas, un fusil, un rifle americano, dos pistolas, 20.000 pesetas y cuatro macutos, con municiones y otros efectos.

Se cuenta que la propia guardia civil creo “contrapartidas” para detectar grupos de apoyo a los maquis, e incluso que estos falsos guerrilleros hicieron cuanto les vino en gana, de hecho –me cuentan- que llegaron a secuestrar a personas bien aposentadas, incluso de derechas. Está escrito que en una finca de Alanís golpearon al cortijero y a sus hijos. El cortijero, preso del pánico, sacó a la familia de allí y entregó las llaves de la finca a la dueña, explicándole lo ocurrido. La señora fue a ver al sargento de la Guardia Civil, pero éste le contestó que “escapaba a su jurisdicción, pues las Contrapartidas dependían de la Superioridad». Sólo ante la amenaza de la dueña de la finca "de hacer intervenir a gente amiga de Madrid influyente", el sargento cedió, prometiéndole que nunca más irían por la finca a molestar a nadie.

La partida de nuestro pueblo anduvo siempre bastante suelta, e incluso se decía que rendían visitas nocturnas a sus mujeres sin que nadie se atreviera a cortarle el paso. En uno de los testimonios recibidos por mí se encuentra una explicación: los ciudadanos ayudaron tanto a los del monte debido a la tremenda represión que estaban sufriendo y a las injusticias de las que hacían gala “las fuerzas vivas” y, en cierto modo, era un modo de saldar cuentas con sus verdugos. Si algún potentado de un pueblo de alrededor profería una amenaza a alguien haciendo uso de su poder por ser afecto al régimen, al llegar ésto a oídos de los del monte, era posible que el opresor fuera capturado y, tal vez, asesinado. Los ricos tomaron un enorme miedo, no acercándose a los cortijos. Cuenta mi padre que en diez años no vio una sola vez al “amo” del cortijo, situado en la encrucijada de Badajoz, Sevilla y Córdoba. Algunas veces la sola presencia en los montes de una partida armada, atemperaba el furor ultramontano de determinadas "fuerzas vivas”.

De vital importancia es, por tanto, el apoyo que le daba la población. En un principio, recién echados al monte, es la familia y las amistades más íntimas las les procuran la comida, dejándolos en lugares previamente pactados o visitando de manera nocturna su antiguo hogar. Los atracos vienen después, cuando a las familias se las vigila y se las persigue, actuando la autoridad muchas veces con saña contra ellas (se las encarcela, se las corta el pelo y se les da escarmiento público…). Incluso algún familiar tras esto se echó al monte escapando también, debido a la represión laboral y al boicot económico que se les hacía, impidiendo que se pudieran ganar el jornal. Al pasar el tiempo, las tornas cambian. Eran años de hambre y los de la sierra hacían partícipes de sus botines a los familiares más necesitados.

El medio más frecuente de obtener dinero era mediante el secuestro de personas adineradas y pedir el correspondiente rescate, a veces muy sustancioso. Por ejemplo, un secuestro en la Solana, el 29 de enero de 1943, les produce como botín veinte mil duros (600 € de la época). ¿Y qué hacían con ese dinero?: Dárselo a familiares y necesitados. Se cuenta un caso de un necesitado del pueblo al que le dieron dinero para medicinas. Delatado el hecho por un vecino de Azuaga, el enfermo fue encarcelado. Los alimentos los robaban o se los entregaban ciudadanos afines y las armas las obtenían de asaltos a la guardia civil generalmente. Otro secuestro sonado fue el de un hermano de un ingeniero de minas en Cazalla de la Sierra. El rescate le costó doce mil duros, esto es, sesenta mil pesetas. Quiero hacer notar que entonces, en 1944, el salario de un campesino era de 12 pesetas al día (el mismo que 8 años antes).

Pese a todo, el fín de estos guerrilleros, estaba escrito. No existía escapatoria ni alternativa para los echados al monte. La rendición suponía la pena de muerte al aplicarse la ley de fugas. El destino de cada uno de ellos era el de morir en los encuentros con la guardia civil, en ocasiones traicionados por los propios enlaces. En uno de los libros que he usado para documentarme, se dice que en aquellos mas de diez años de bandolerismo, hubo 2.173 maquis muertos y 467 heridos o capturados en toda España.

En este tema, y con la lejanía que nos da el tiempo, es imposible separar dónde termina la violencia justificada de unos combatientes que se niegan a rendirse y dónde empieza el simple crimen terrorista. Fueron convertidos en héroes por un sector de la población ansiosos por tener esperanza. Sólo conociendo de primera mano la época convulsa se puede hacer una lectura real de lo ocurrido. Desde aquí animo a los lectores a que pregunten y, al fin, comprendan.

Sobre la historia general de los maquis en España hay algunos libros muy interesantes, donde se cuenta la historia completa por provincias, intervención de los partidos políticos afines a la república, etc. A todos les recomiendo su lectura.

miércoles

COLAS

Días de vacaciones y colas en todas partes: Colas en el mercado, colas en el cine, colas en el Burger, colas en el super, colas en los chiringuitos de la feria local. Quedamos cuatro gatos en la ciudad, pero hay colas por doquier.

Eliges la caja 24 en el Hiper del centro comercial. Sólo hay dos personas delante tuya. En pocos minutos estarás fuera. Miras a la cajera y te desesperas. Ella toma un interfono y llama a la encargada porque no sabe como marcar los productos de la frutería. La cosa va para rato. Miras a la caja de al lado y tan solo (de nuevo) hay dos personas esperando. Cambio de caja. Miras de nuevo a la cajera. Todo va bien. Llega el momento de cobrarle al cliente que ocupa dos puestos delante tuyo. Paga con tarjeta. Mejor, no tiene que darle vuelta. Se equivoca al aplicarle un descuento y tiene que hacerle un abono en la tarjeta. No sabe. Coje el interfono y llama a la encargada, que, por suerte, andaba en la caja de al lado. Miro mi cesta y cuento los productos. Siete. Dicen que existen cajas rápidas para cestas con menos de seis productos. Estoy tentado de dejar la pasta de dientes. Descarto el cambiarme de nuevo de caja. Seguro que soy yo el gafe. Siempre elijo la cola más lenta. Tras cinco minutos, salgo de allí.

Como no me apetece cocinar, me voy al Burger. Una cola común que luego se bifurca a las distintas cajas. En este caso, como no elijo yo, todo irá bien. Ya me toca. "Un menú nº 2 para llevar, por favor". "¿Para tomar aquí?". "No, Para llevar". Juraría que ya lo había pedido para llevar. Será mi tono de voz, supongo. El dependiente, toma la bandeja y la porta hasta el lugar donde sirven las hamburguesas, estantes donde van resbalando los emparedados empapelados. Llena el refresco pulsando el botón de un surtidor y completa un sobre de papel con patatas fritas. Pone unas servilletas, la pajita para el refresco y unos sobres de ketchup sobre la bandeja. Me la entrega sobre el mostrador. Miro al dependiente, a los ojos, y le digo "¿Me lo puedes poner en una bosita para llevar, por favor?". "Claro, señor". Salgo del centro comercial y veo mi imagen reflejada en uno de los múltiples espejos que hay. Tengo cara de cansado. Será el calor.

¿Le interesa a las grandes multinacionales la satisfacción de los clientes?. No.

Después de que las compañías de telecomunicaciones hayan dilapidado su prestigio (si alguna vez lo tuvieron) gracias a un pésimo servicio telefónico de atención al cliente, ahora es el turno de las compañías en las que existe un contacto presencial con los clientes. Cajeros, dependientes, reponedores, cobradores, personal que supuestamente asiste al cliente en caso de dudas... Todos ellos tienen actualmente un pésimo nivel. Desde la cajera del super hasta el supuesto responsable de la zona de librería o discos en los Grandes Almacenes Ingleses que, al pedirle un título, responde "si no está en la estantería, no lo tenemos" o "de música clásica sólo tenemos las novedades".

La explicación es sencilla y triste a la vez: Reducción de costes.

Cuanto menor es la cualificación, menor es el salario a pagar. Cuanto menor es el salario, mayor es la rotación y menos quebraderos de cabeza dan los empleados al empresario. Los damnificados somos nosotros, los consumidores, ya que al empresario le da igual. Con la concentración de empresas (cada vez más existen los oligopolios, con lo que el reparto de la tarta tiende a equilibrarse), el empresario sabe que, al final, caemos y consumimos; con lo que eso de "la satisfacción" mas bien se la suda.

700 € al mes y queremos que encima sepan de literatura. Si, al final, la culpa es nuestra. Por snobs.

EXTREMEÑOS MALNACIDOS

Me acabo de enterar de que el ex-diputado de ERC Joan Puig también se está metiendo con Gasol por hacer un anuncio en el que apoya a España. El mismo político que ayer llamó malnacidos a los extremeños porque no agradecen a Cataluña el dinero que les da y el que hace una semana apoyó públicamente al tal Lluís Suñé (el que publicó lo de "apadrina un niño extremeño por 1000 €"). Evidentemente se descalifica por sí solo, no hace falta siquiera insultarle, basta con describir al individuo en cuestión.

El objetivo de este escrito, en el supuesto caso de que lo lea, es el de darle la razón. La mayoría de los extremeños son unos malnacidos. Por ejemplo, Mi tío Rafael.

Mi tío Rafael mal-nació en un pueblo de Badajoz hace un porrón de años. Mal-estrenó sus primeros zapatos el día que hizo la comunión, ya que mal-anduvo descalzo hasta esa edad. Mal-estudió tan solo dos años en la escuela donde mal-aprendió a leer y a escribir. Cuando mal-creció le llamaron a filas donde mal-luchó por defender la República en Teruel y Brunete. Luego mal-engendró nuevos extremeños a los que, para dar de mal-comer, llevó hasta Barcelona; donde mal-trabajó en una fábrica hasta que se jubiló. Mal-colaboró en la creación de un sindicato en esa fábrica donde mal-reivindicaban mejoras laborales. Durante ese tiempo, mal-viajó numerosas veces a ver a sus mal-nacidas hermanas a través de las mal-nacidas carreteras extremeñas. Me cuentan que hoy, alguno de sus mal-nacidos nietos incluso votan a ERC. Ese mal-nacido extremeño terminó sus días en el mal-gestionado hospital de Bellvitge por una mal-cancer de próstata. Encima de malnacido, mal-muerto.

Pero eso no es todo.

Ese malnacido extremeño, nació el mismo año en que Pompeu Fabra (ingeniero, no lingüista) diseña de manera algo interesada sus Normes Ortogràfiques. Ese malnacido extremeño estrenó su primer calzado (unas alpargatas, no creas) el mismo año en el que Francesc Maciá apoya un primer proyecto de Estatut. Ese malnacido extremeño lucha, junto con un puñado de catalanes en la batalla del Ebro defendiendo la Generalitat y a su presidente Lluís Companys. Ese malnacido extremeño trabajó en la fábrica propiedad de uno de los jefes locales del Movimiento (cuyo hijo hoy representa a un partido nacionalista en el Parlament). Ese malnacido extremeño se jugó el pan de sus hijos en huelgas mientras los hoy independentistas alardeaban de rebeldía jaleando en catalán a Josep Carreras en el Teatro de Ópera del Liceu (olé valientes). Ese malnacido extremeño tardaba 14 horas en llegar a su pueblo por infectas carreteras mientras Jordi Pujol presidía la inauguración del Puerto Olímpico (sufragado a pachas por el Gobierno de España y el Ayuntament, no por la Generalitat). Ese malnacido extremeño inculcó a sus hijos y nietos los valores de libertad y pluralismo político y por eso su nieto te votó a tí para diputado a Cortes. Ese malnacido extremeño se dejó los huevos (literalmente) en Bellvitge para que hoy, en la recepción de ese hospital, te den los formularios en vuestra lengua.

Realmente era un malnacido, ya que nunca entendió que, precisamente, la cuestión no depende de ideologías, nacionalismos, ni siquiera de lenguas; sino de haberte equivocado de lugar al nacer y de no tener el dinero suficiente.

Señor Puig: Lo suyo no es nacionalismo; eso se llama clasismo.
PS: Por cierto, no entiendo muy bien lo de las balanzas fiscales ¿Significa que la provincia de Barcelona dejará de sufragar las obras de la mas pobre Girona (donde tu pueblo, mira por donde)? ¿o los señores de Pedralbes (barrio rico de Barcelona) dejarán de dar dinero a los gorrones del barrio de La Mina? ¿Dónde termina? No entiendo nada.

ROMANTICISMO

Observo con tristeza que el mundo en que vivimos ha dejado de ser un mundo romántico. Demasiado pronto se pierde la inocencia y el amor por amar deja de existir apenas pasada la pubertad. Incluso da vergüenza declararse romántico en estos tiempos donde está mas de moda ser agresivo y mostrar odio que su contrario. Ser un romántico, además de cursi, demuestra debilidad, algo que no nos podemos permitir ser en la vida real.

Pero algunas personas, pese a todo, continuan siendo románticas. Ellas son nuestra esperanza.