Resulta que en mitad de las obras "de mejora" de la estación de metro de Ópera han encontrado, además de un trozo de muralla del S. XII, la famosa (o no) Fuente de los Caños del Peral.
Los madrileños (nativos y de adopción) no solemos reparar mucho en la historia de nuestra ciudad, para regocijo de los políticos de provincias que aprovechan tal vez el complejo de culpabilidad centralista para atribuirse otras historias. Como éste es un caso que conozco, voy a despertar vuestra curiosidad:
El lugar en cuestión era una fuente (luego lavadero) construida durante el S. XVI aprovechando las corrientes de agua que por ese lugar pasaban, dado que Madrid en ese tiempo era zona de abundantes aguas y por donde pasaban diversos arroyos, por ejemplo el Arroyo del Arenal de San Ginés que discurría a lo largo de la actual calle del Arenal para después continuar hasta el río Manzanares.
La fuente existía al menos desde el S. XV (bebiendo de las corrientes subterráneas que llegan desde la Plaza Mayor), lo que la hace posiblemente la fuente más antigua de Madrid. Tras diferentes mejoras, finalmente la fuente quedó configurada con 7 caños, tal y como aparece en el célebre mapa de Teixeira (El usado por Pérez-Reverte para las aventuras del Capitán Alatriste).
Según se cuenta en la Topographia de Madrid de 1656, estaba formada por un gran pilón de granito de la Cabrera, separado del arroyo del Arenal mediante un pretil. El agua excedente se aprovechaba en un lavadero contiguo, que vertía hacia el arroyo del Arenal y de ahí al Manzanares. El lavadero tenía 57 pilas y, como supondréis, servía de lugar de reunión para las mocitas madrileñas.
Lo curioso (para mí, aficionado a la ópera) es que sobre el lugar que ocupaba la fuente se construyó en 1708 el Teatro de los Caños del Peral, el primer lugar madrileño destinado a representaciones operísticas. Ese primer teatro, más parecido a un barracón de madera, escuchó las primeras óperas italianas, que atrajeron a numerosos curiosos, para fastidio de las compañías teatrales españolas; ya que ese lugar era el punto de encuentro de las compañías ambulantes.
Aquel primer teatro fué derribado en 1737 y en su lugar fué construido un nuevo teatro (que siguió llamándose Teatro de los Caños) por orden de Felipe V, que se inaguró el domingo de carnaval de 1738. A partir de ese momento, Madrid consiguió su plenitud musical (jamás recuperada) disfrutando de la música de Farinelli, Domenico Scarlatti o Hasse; si bien el Teatro de los Caños perdió en su competencia con el Real Coliseo del Buen Retiro.
Aquel primer teatro fué derribado en 1737 y en su lugar fué construido un nuevo teatro (que siguió llamándose Teatro de los Caños) por orden de Felipe V, que se inaguró el domingo de carnaval de 1738. A partir de ese momento, Madrid consiguió su plenitud musical (jamás recuperada) disfrutando de la música de Farinelli, Domenico Scarlatti o Hasse; si bien el Teatro de los Caños perdió en su competencia con el Real Coliseo del Buen Retiro.
La época de máximo esplendor del Teatro de los Caños fué con Carlos IV desde 1786 hasta el año 1800, donde se estrenaron multitud de óperas italianas. El teatro fué muy dañado durante la invasión francesa y finalmente fué cerrado ante la amenaza de ruina. Finalmente fué demolido en 1817 y sobre parte del lugar que ocupó se levanta hoy el Teatro Real, construido en 1850.
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