El viejo Hartmann dió su última chupada al cigarrillo -por supuesto, sin boquilla- y chasqueó sus labios de esa forma tan peculiar que sólo se da en el norte de Alabama. Cuando vió salir de la casa de la señora Sally al viejo negro Ronnie "seis dedos" Brown comprendió que algo había pasado.
La señora Sally era una viuda que ya rondaba los 70 años y sus únicas aficiones eran la de dar de comer a sus 7 gatos y la de tomar café con miss Clarens, la maestra.
El viejo Hartmann se aproximó a la valla de la casa de la viuda mientras se preguntaba qué podía haber estado haciendo allí dentro "seis dedos" Brown. "Seis dedos" era conocido en todo el estado por su habilidad tanto para tocar su guitarra de ocho cuerdas como para mancillar a ancianas con gatitos. Pero eso fué hace mucho tiempo.
Dentro de Hartmann una sensación extraña recorrió todo su espinazo cuando vió asomar por la puerta de la casa que da directamente al jardincito de la entrada a una sonriente señora Sally.
- Buenos Dias, Nicolas -pues ese era el nombre del viejo- Hace un espléndido día hoy ¿Verdad?
La señora Sally conocía a Nicolas Hartmann desde la infancia y le trataba con una cordialidad que siempre le había parecido odiosa a nuestro viejo.
El viejo Hartmann prendió un nuevo cigarrillo -sin boquilla, por supuesto-, tomó la pequeña azada que usaba en el pequeño huerto que daba al camino de Green Swallow y, calladamente, se aproximó hasta la señora Sally y le asestó un zoletazo que vino a dar con los huesos y la vida de la señora Sally en el suelo del jardín de la entrada.
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