Y es que ya es hora de que las autoridades (Gobierno, CCAA, quien sea) se pongan a vigilar y a regular el tejemaneje publicitario que la industria farmacéutica y alimentaria (con el soporte de este tipo de caras conocidas) llevan años ejerciendo sobre el indefenso consumidor.
Estamos literalmente bombardeados de productos que, ya no es que nos curen -lo logico-, sino que evitan que enfermemos: Alimentos que ayudan a mantener nuestro nivel de colesterol, bebercios que nos protegen ante el estrés, el frío o lo que sea; pan que controla nuestra salud cardiovascular... Muchos de ellos, encima, utilizan trucos publicitarios de lo más bajo y demagógico (el "toma, bebe" de la mujer embarazada que se acaricia la barriga al ingerir una agua embotellada para mí es paradigmático).
La industria fármaco-alimentaria ha pasado de la posición (ya despreciable) de hacer pensar a todo el mundo que está enfermo para sacar tajada (búsquese y verá como a usted le duele algo -Reflex-, le pica algo -Labocane-, o le escuece algo -Vaginesil-) a la de la pura mieditis: cuídese, sea saludable, no vaya a ser que casque pronto.
Como diría mi admirado Carlos Pumares: todo esto es para que usted se muera completamente sano.
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