En 1803, en el monasterio benedictino de la ciudad de Beuern (Baviera, Alemania), se encontró una colección de 300 poemas goliardescos (es decir, creados por goliardos: clérigos vagabundos y pícaros estudiantes medievales) recogidos en un manuscrito de la primera mitad del siglo XIII. La mayor parte de los poemas estaban escritos en latín y sus autores eran clérigos que llevaban una vida licenciosa y desordenada y se inspiraron tanto en composiciones populares , con frecuencia groseras, como en las cultas de autores clásicos como Homero y Ovidio.
Los dos principales temas que desarrollan son el amoroso y el satírico contra la iglesia. En los Carmina burana se satirizaba y se criticaba toda la sociedad en general, especialmente a las personas que ostentaban el poder en la corona y sobre todo en el clero. Las composiciones más características son las Kontrafakturen que imitan con su ritmo las letanías para satirizar la decadencia de la curia romana, o para construir elogios al amor, al juego y, sobre todo, al vino.
El término procede del latín cármĕn cármĭnis, ‘canto’ o ‘cántico’ (no confundir con la palabra árabe carmén ‘jardín’), y burana es el adjetivo gentilicio que indica la procedencia: ‘de Bura’ (el nombre latino de la ciudad alemana de Beuern). El significado del nombre es, por tanto, ‘Canciones de Beuern’. Aunque generalmente se encuentra escrito Carmina (sin tilde, como en el original latín) se pronuncia /kármina/.
El compositor alemán Carl Orff (Munich 1895 - Munich 1982) recopiló 25 de estos poemas en una cantata a la que llamó Carmina Burana (Poemas de Beuern). Escuchemos algo:
Oh Fortuna,
variable como la Luna
como ella creces sin cesar
o desapareces.
¡Vida detestable!
Como curiosidad se puede mencionar que los derechos de autor de la obra compuesta por Carl Orff son de los más caros de la música clásica, siendo su ejecución y emisión bastante costosa para cualquier radio o televisión. Los derechos son cosa del S. XX (Mozart no cobra un duro) y este señor (de vida ajetreada, tres divorcios, etc) fué un lince para registrar su obra: Sin ir más lejos, consiguió colar también los textos (del S. XIII) como sujetos de derechos. Por cierto: aunque los derechos los gestiona una empresa alemana, la SGAE cobra, y no poco, por su programación.
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