Los zoólogos saben desde hace mucho que las serpientes son sordas. Su principal sentido es el olfato (que reside en su lengua) y por eso cuando cazan la sacan continuamente; pero de oir, nada de nada.
Cuando vemos al hindú embelesando a la cobra, no es la música de la flauta lo que la hipnotiza, sino el movimiento suave que con su flauta hace el encantador. La serpiente sigue los movimientos lentos y acompasados de un lado a otro con su cabeza, aparentemente hechizada pero, en realidad, está expectante y el mecerse es la mejor manera de observar ese objeto en movimiento que puede ser potencialmente peligroso para ellas. Al no percibir un peligro inmediato, el animal no ataca, pero por precaución sigue con la vista el movimiento de la flauta.
Pese al riesgo de un posible ataque de una serpiente, los encantadores de serpientes conocen desde siempre que con lentos movimientos son capaces de llevar a la serpiente donde quieran.
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